La guerra fría electoral

Faltan más de dos años para las elecciones de 2027.
Pero la guerra ya empezó.
No hay campañas. No hay registro de candidatos. No hay efervescencia formal.
Y sin embargo, la clase política ya se destripa.
Desde hace meses, esto se convirtió en un campo minado. Cada quien cava su trinchera mientras apunta al adversario… o al aliado incómodo.
No hay reglas. No hay pudor. No hay pausas.
Todo se vale.
Perfiles falsos. Páginas anónimas. Bots con identidad robada. Campañas negras disfrazadas de opinión. El ataque es constante. El objetivo: destrozar reputaciones antes de que puedan competir.
Ya no se trata de ganar una elección. Se trata de eliminar al otro antes de que siquiera aparezca en la boleta.
Y todos participan.
Suspirantes con poder real. Otros con sólo ganas.
Todos contra todos.
El ciudadano mira. Confundido. Hastiado. Incapaz de distinguir entre la verdad y la propaganda.
La política ha dejado de ser una arena de ideas. Hoy es una jungla digital donde sobrevive el que difama más rápido.
Las estructuras se han convertido en maquinarias de lodo.
Y lo más grave: todavía ni empieza el proceso electoral.
¿Qué pasará cuando empiece la contienda formal?
Si hoy se dispara sin reglas, sin árbitros y sin consecuencias… ¿qué podemos esperar cuando haya poder real en juego?
La institucionalidad se desgasta. La democracia se devalúa. La política se vuelve inservible.
Y la sociedad, en medio del fuego cruzado, pierde la capacidad de confiar.
Aún faltan más de 700 días…
¿Será que para cuando llegue 2027 ya no quede nada por destruir?