La columna saturada por la saturación política
En los ultimos meses hemos visto estados y municipios de nuestro pais plagados de nuevos aspirantes que buscan hacerse de un nombre en la escena política. Saturando la mente de la ciudadania y saturando las plumas de quienes escribimos para ustedes:
En el gran circo de la política contemporánea, la escena se ha vuelto más abarrotada que el laberinto de Minotauro después de que Teseo se perdiera en él. La sobrepoblación de aspirantes a cargos de elección popular ha alcanzado proporciones épicas, convirtiendo las elecciones en un carnaval de figuras, cada una más intrigante y prometedora que la anterior. Uno no puede evitar preguntarse si, en lugar de buscar la silla presidencial, no están todos luchando por el trono de hierro en una versión de «Game of Thrones» donde los dragones son los votantes indecisos y las intrigas son tejidas con promesas vacías.
Es como si el cuento de «Alicia en el País de las Maravillas» cobrara vida, solo que esta vez, el Conejo Blanco lleva un cartel de campaña y el Gato de Cheshire sonríe mientras desaparece entre los gráficos de las encuestas. Movimiento Ciudadano, PRI, PAN, PRD y los independientes parecen desfilar por la Avenida de los Sueños Políticos con la misma determinación que Willy Wonka mostró al abrir las puertas de su fábrica de dulces, esperando que la gente se desborde con ilusión. Pero, ¿dónde está el verdadero dulce en esta travesía política? ¿En el fondo de la fábrica, en el corazón de la democracia, o quizás simplemente en el camino que toma Alicia cuando cae por el agujero del conejo?
Observar a estos aspirantes es como hojear las páginas de «Cien Años de Soledad», donde la repetición de nombres es tan confusa como la genealogía Buendía. Uno se pregunta si están llevando a cabo un experimento científico para determinar cuántas veces un solo apellido puede aparecer en la papeleta antes de que los votantes olviden cómo escribirlo. Pero, como el Coronel Aureliano Buendía, quizás estos políticos están simplemente condenados a repetir la historia una y otra vez, sin realmente aprender de sus errores.
En el tumulto de candidatos, hay algo que recuerda a la famosa escena de «El Mago de Oz», donde el pequeño grupo de viajeros tropieza con el hombre detrás de la cortina. En la política, también hay hombres y mujeres detrás de las cortinas, hilando narrativas y promesas elaboradas, esperando que el público no descubra la verdad. Pero, al igual que Dorothy, los votantes eventualmente llegan a la conclusión de que el hombre no es más que un ilusionista que necesita urgentemente una mejor estrategia de relaciones públicas.
La situación se asemeja a «El Señor de las Moscas», donde un grupo de niños naufragados en una isla intenta establecer su propia sociedad. Cada partido de los antes mencionadoses como una facción en esta isla política, luchando por el poder y la influencia mientras los votantes observan cómo se desintegra la civilización. Uno puede imaginar a los políticos disputándose el liderazgo mientras sostienen una concha marina en lugar de un micrófono, y al final del día, es el pueblo quien grita «¡Sálvame, Estado de Derecho, de esta anarquía política!»
La escena política también parece haber sido influenciada por «1984» de George Orwell. El Partido se presenta como una entidad monolítica, pero en realidad, es una coalición de partidos locales que aparecen y desaparecen más rápido que los clones en «Star Wars».
Y hablando de «Star Wars», los políticos actúan como los personajes de la saga intergaláctica. Algunos son como Darth Vader, cambiando de lado en busca de poder y venganza política, mientras que otros son como Yoda, ofreciendo sabias palabras de consejo que son seguidas por un silencio incómodo. Los independientes son como Han Solo, tratando de forjar su propio camino en un sistema dominado por los partidos tradicionales, mientras que los partidos locales parecen ser como los ewoks, luchando en una batalla aparentemente desigual pero logrando victorias sorprendentes.
En última instancia, esta sobrepoblación de candidatos parece un capítulo sacado de «Don Quijote de la Mancha», donde el ingenioso hidalgo y su leal escudero emprenden una búsqueda épica en un mundo que a menudo parece absurdo y desquiciado. Al igual que Don Quijote, estos aspirantes pueden estar persiguiendo molinos de viento disfrazados de gigantes, creyendo que están librando una batalla justa mientras el público observa con escepticismo. Algunos pueden preguntarse si, al igual que el caballero errante, estos políticos también necesitan una Dulcinea, una causa noble y genuina que perseguir en lugar de buscar un escaño en el Congreso.
Mientras nos adentramos en el caos y la comedia de la política, recordemos las palabras de Sócrates: «Solo sé que no sé nada». Quizás en esta selva política, todos nosotros, votantes y candidatos por igual, estamos buscando respuestas en un laberinto de promesas y estrategias, tratando de encontrar un camino hacia la verdad en medio de la confusión.
Así que, mientras estos aspirantes se contorsionan y se lanzan al escenario político recordemos que el público es quien tiene el poder de dar la ovación final. En el caos de los partidos cambiantes y las promesas incumplidas, los votantes deben ser como Sherlock Holmes, desentrañando las intrigas y mirando más allá de la fachada para descubrir quién merece el voto. Porque en última instancia, la política no es una película de ciencia ficción ni una novela clásica; es una realidad que afecta nuestras vidas y nuestro futuro.
En esta sobrepoblada obra de teatro política, donde los escenarios cambian tan rápido los votantes deben asumir el papel de críticos, analizando cada actuación con un ojo agudo y una mente crítica. Y asi, en medio de esta cacofonía política, encontraremos la verdadera joya en el montón, el o la lidereza que no busca el trono de hierro, sino que está dispuesto a construir un puente entre la política y la realidad, entre las promesas y los hechos.