La buena voluntad llego tarde al priismo poblano
El PRI, ese ‘partidazo’ que gobernó a México y al estado por décadas, el creador de los sindicatos, las instituciones y en pocas palabras la vida pública del país, pareciera que por primera vez está escuchando a su militancia.
Los priistas de Puebla hoy viven el sueño dorado de la democracia partidista, por primera vez no hubo una pelea interna en la precampaña, de esas que generaban ruptura y traiciones anunciadas por doquier. Por fin tienen una dirigencia estatal cercana a la gente y bien vista por propios y ajenos al partido, algo impensable hace algunos años.
El peor tiempo para el PRI se volvió el mejor momento para la militancia. Hoy son muchos los actores políticos beneficiados del tricolor que se suman a la campaña sin dar patadas por debajo de la mesa o hacer labor bipartidista. Hoy… cuando ya es tarde.
Jiménez Merino, candidato del PRI a la gubernatura, avanza sin problema en estos días de campaña, da propuestas interesantes y tiene simpatía con algunos, sin embargo, suena como una hazaña casi imposible que pudiera remontar al candidato de Morena-PT-PVEM, Luis Miguel Barbosa.
En estos días de oscurantismo para los priistas por fin pudieron verse los ex gobernadores Melquiades Morales y Mario Marín haciendo campaña, invitando a la ciudadanía y movilizando a sus estructuras a favor del hoy candidato; por fin se ven a los cacicazgos priistas restantes haciendo una labor «casa por casa» y de convencimiento real para conseguir unos pocos votos que los dejen al menos en un segundo lugar.
Pareciera que en Puebla vivimos un mundo al revés, una especie de flashpoint en donde las cosas se están invirtiendo y es el partido en el poder (Morena) elque sufre las dolencias de la lucha interna y el protagonismo político de muchos de sus integrantes, quienes ven con recelo la llegada de nuevos perfiles a sus filas.
La ahora única diferencia apreciable entre unos y otros es la lealtad partidaria, pues mientras los priistas a lo largo de los últimos años se traicionaron a diestra y siniestra vendiendo sus almas y voluntades a quien gobernó por más de ocho años Puebla y recientemente al partido obradorista, tan sólo para sobrevivir al naufragio político que vive su partido, los morenistas (los de cepa) vienen de una larga lucha de años acompañando al hoy presidente, Andrés Manuel López Obrador, en la que fueron pocos los que claudicaron y aún menos los que se entregaron al gobernador en turno. Hoy son ellos quienes disfrutan de las mieles del poder y se dan el lujo de aceptar o rechazar a quienes solamente buscan la supervivencia.
Caso contrario es el de las bases más jóvenes priistas, quienes tienen la ventaja privilegiada de elegir irse a otro partido sin sufrir el martirio de ser llamados traidores o chapulines, pues al ser la generación más castigada por la historia tricolor no pueden hoy ser recriminados.
Será este 2 de junio cuando sepamos si la estrategia del PRI dio frutos y al menos los coloca en un no tan desastroso segundo lugar o si la metamorfosis termina por consumarse y borra aquellas líneas casi imperceptibles entre el priismo y el morenismo poblano.