La Anticiudadanía: el eterno retorno.
En la situacion politica actual nos encontramos con una nueva forma de pensar en el interior de muchos mexicanos.
Son aquellos que no se identifican con ningún partido en particular, los que no llevan en la playera un color que los represente, los que han desarrollado una fobia a los pantones del espectáculo político.
En el pasado, existían aquellos que estaban hartos de la clase dominante y proclamaban que panistas y priistas eran lo mismo, aliados desde siempre. Al final, se cumplieron sus temores, y efectivamente, esos partidos se mostraron como dos caras de la misma moneda. Sin embargo, hoy en día, muchos celebramos los logros de la cuarta transformación y consideramos que esa opción fue la mejor.
Por otro lado, hay quienes afirman que preferían lo peor, añorando los tiempos de los gobernantes rojos, azules o de varios colores, aquellos que se creían tocados por la divinidad.
Pero ahora, emerge una nueva mentalidad entre los ciudadanos.
Aquellos que no desean volver al viejo régimen, pero tampoco están de acuerdo con el gobierno actual.
No le creen al obradorismo, pero tampoco quieren ver nuevamente a panistas o priistas gobernando.
Tampoco se dejan engañar por las opciones naranjas que alardean ser la tercera vía. En este escenario, un profundo hartazgo se desarrolla por la falta de interacción en la esfera política y el desinterés en lo que acontece a nivel local.
Para aquellos que no se preocupan por el prójimo ni por su comunidad, que no se inmutan ante el estado de sus calles o la tener sus papeles en orden, mucho menos les interesa quién gobierne.
Los que si pagan impuestos, mantienen sus papeles en orden, y se comportan de acuerdo a lo establecido es bueno felicitarlos, pero son muchos quienes despues de esto argumentan que no tienen porque estar cerca de las esferas publicas, no les interesa lo que acontece en los gobiernos y ven con desden a la participación ciudadana.
Son ciudadanos, según la definición formal, pero desde la perspectiva filosófica, caen en la categoría de la anticiudadanía. No colaboran con los gobernantes, no se involucran en proyectos ciudadanos y prefieren mantenerse alejados de las actividades políticas y públicas. Parece que han perdido la voluntad de poder sobre su propia sociedad.
Es aquí donde encontramos la conexión con el pensamiento de Nietzsche y su concepto del eterno retorno.
¿Estamos condenados a repetir este ciclo de hartazgo político una y otra vez?
¿Es inevitable caer en la apatía y la falta de voluntad de poder?
El eterno retorno, con su idea de que todo lo que ha sucedido se repetirá infinitamente, nos advierte sobre la importancia de tomar decisiones valiosas en el presente para evitar caer en un eterno ciclo de descontento.
Es comprensible que muchos ciudadanos no encuentren una alternativa que los motive y los inspire a participar activamente en la vida política de su país. Sin embargo, es fundamental que no caigamos en la resignación y la pasividad.
La anticiudadanía nos atrapa en un círculo vicioso que debemos romper.
Para superar este hartazgo y recuperar la voluntad de poder, debemos enfocarnos en construir una ciudadanía activa y comprometida.
Es responsabilidad de todos, como ciudadanos, involucrarnos en los asuntos públicos, participar en proyectos comunitarios, exigir transparencia y rendición de cuentas a nuestros gobernantes. Dejar atrás la pasividad y la indiferencia y tomar las riendas de nuestro destino político.
Así como Nietzsche nos invita a abrazar el eterno retorno y tomar decisiones que valgan la pena, nosotros debemos tomar acciones que trasciendan y construyan un mejor futuro para todos.
La anticiudadanía no es un destino inevitable, es una elección que podemos cambiar. La transformación comienza cuando todos asumimos nuestra responsabilidad y nos involucramos activamente en la política y en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
Es momento de dejar atrás el hartazgo y abrazar el poder de la ciudadanía activa, consciente y comprometida. Solo así podremos romper con el eterno retorno del descontento y construir un futuro en el que todos nos sintamos representados y participemos en la construcción de un mejor país.
Solo así podremos construir un México en el que todos encontremos un lugar y un propósito en común.