El adiós del Papa Francisco ¿termina la era progresista?
Por: Alexis Da Costa
El 21 de abril de 2025, el Papa Francisco falleció a los 88 años en el Vaticano. Con él termina una etapa que marcó un cambio en la Iglesia Católica. Su pontificado fue uno de los más progresistas de la historia: habló de inclusión, de abrirle las puertas a la comunidad LGBT, de tener una mirada más comprensiva hacia los divorciados y hasta pidió perdón por los abusos del pasado. Para muchos, representó un aire fresco en una institución conocida por su rigidez.

Pero esa apertura también generó resistencia. Muchos dentro y fuera de la Iglesia sintieron que Francisco había llevado las cosas demasiado lejos, rompiendo tradiciones que eran vistas como pilares de la fe católica. Y ahora que ya no está, surge una pregunta clave: ¿Quién tomará el timón?
Los nombres que suenan como posibles sucesores dividen aguas. Algunos, como Matteo Zuppi, seguirían el camino de Francisco. Pero otros, como el cardenal Robert Sarah, representan un claro regreso a posiciones más conservadoras, incluso opuestas a las reformas de estos años.
Y no es solo un tema religioso. La elección del próximo Papa puede ser el símbolo de algo más grande: el regreso del conservadurismo a la agenda política global.
Porque si algo hemos visto en los últimos años es cómo la llamada “cultura woke” —esa tendencia de defender causas sociales con mucha fuerza, a veces hasta con exceso— ha empezado a generar rechazo en distintos sectores.
Miremos algunos casos. Bud Light, una de las cervezas más vendidas en Estados Unidos, perdió millones en ventas después de hacer una campaña con una influencer trans. Muchos consumidores lo vieron como una provocación y respondieron con boicots. La empresa tuvo que dar marcha atrás y aún no logra recuperarse del todo.
Disney también enfrentó problemas. En su intento por ser más inclusivo, cambió personajes clásicos y forzó ciertos mensajes en películas y series. El resultado: caídas en taquilla, críticas por parte del público y despidos masivos dentro de la empresa. El problema no fue la inclusión en sí, sino que muchos espectadores sintieron que les querían imponer una ideología.
Netflix vio cómo series con discursos muy marcados perdían audiencia. Producciones como “Dear White People” o las últimas temporadas de “The Witcher” fueron criticadas no por el tema que trataban, sino por priorizar el mensaje político sobre la historia o la calidad narrativa.
Incluso en el deporte hubo conflictos. Equipos de hockey en la NHL se negaron a usar camisetas con mensajes LGBT por considerar que eso politizaba un espacio que debía ser neutral. Algunos jugadores fueron cancelados por expresar su opinión contraria, lo que alimentó todavía más el rechazo general.
Todo esto ha llevado a que muchas personas —incluso aquellas que apoyaban ciertas causas sociales— empiecen a desconfiar de los movimientos progresistas. Porque cuando se fuerza demasiado el discurso, se pierde la conexión con la mayoría.
Y es justo en este contexto sucede el lamentable fallecimiento del Papa Francisco. Su pontificado fue una excepción en una época donde el progresismo está retrocediendo. En la política mundial, figuras como Trump, en EUA. Milei en Argentina o Meloni en Italia han crecido justamente por criticar lo que ven como excesos ideológicos. Y ahora, la Iglesia también podría dar un paso atrás.
Si el próximo Papa es conservador, podríamos estar viendo el cierre definitivo de un ciclo progresista que dominó la agenda durante más de una década. La estocada final, dada desde el mismísimo Vaticano.
La elección no solo marcará el futuro de la Iglesia. También será una señal para el mundo: ¿seguimos por el camino de la apertura, o volvemos a cerrar filas con la tradición?
Porque aunque muchos creían que el futuro era progresista, la realidad está mostrando algo distinto. Y como siempre, la historia sigue escribiéndose… desde el poder.