Despertar de la Conciencia Ciudadana a la Luz de Sartre.
En el tejido social de México, la realidad política ha alcanzado un grado de saturación que provoca un palpable hartazgo entre sus habitantes.
La desconfianza en las instituciones, la corrupción endémica y la falta de respuestas efectivas a los problemas cotidianos han forjado un clima de desencanto que demanda una reflexión profunda. ¿Cómo contrarrestar esta desesperanza colectiva? Jean-Paul Sartre, el filósofo existencialista francés, ofrece una perspectiva valiosa que podría servir como catalizador para una transformación social: la libertad y la responsabilidad individual.
En el contexto mexicano, el hartazgo social se manifiesta en diversas formas: desde la apatía electoral hasta las expresiones de protesta en las calles. La percepción generalizada de que las decisiones políticas distan de representar los intereses genuinos de la ciudadanía ha cimentado un escepticismo profundo. Sartre, conocido por su énfasis en la libertad individual, propone una solución a través de la toma de conciencia y la asunción de responsabilidad.
La filosofía existencialista de Sartre sostiene que cada individuo es libre y, al mismo tiempo, responsable de sus elecciones. En el contexto político, esta libertad implica el reconocimiento de que los ciudadanos no son meros observadores pasivos, sino actores capaces de influir en su entorno. Así, el primer paso hacia la superación del hartazgo social en México radica en asumir una postura activa y consciente frente a la realidad política.
El existencialismo sartreano también destaca la importancia de la autenticidad. En un país donde la corrupción y la opacidad son males arraigados, la autenticidad individual se convierte en una herramienta poderosa para desafiar el status quo. Los ciudadanos deben resistir la tentación de conformarse con la mediocridad política y buscar la coherencia entre sus valores y acciones. La autenticidad, según Sartre, implica vivir de acuerdo con lo que uno cree, incluso cuando ello conlleve enfrentarse a las estructuras establecidas.
La noción sartreana de responsabilidad individual adquiere relevancia en el contexto de la participación ciudadana. En lugar de depositar toda la carga en las instituciones, los ciudadanos deben reconocer su papel activo en la construcción de la sociedad. La responsabilidad implica no solo exigir rendición de cuentas a los gobernantes, sino también participar de manera informada en el proceso político, desde la elección de representantes hasta la supervisión de políticas públicas.
El hartazgo social en México se alimenta, en parte, de la sensación de impotencia ante las estructuras políticas existentes. Sin embargo, la filosofía de Sartre ofrece un antídoto a esta desesperanza al recordar que la libertad implica la capacidad de cambiar las circunstancias. En lugar de resignarse al pesimismo, los ciudadanos pueden abrazar la libertad de elegir y actuar de manera consciente, influyendo así en el rumbo de la sociedad.
La aplicación de la filosofía sartreana no implica necesariamente un rechazo absoluto de las instituciones, sino una transformación desde adentro. Los ciudadanos deben reclamar espacios de participación, insistir en la transparencia y ejercer su libertad de expresión de manera constructiva. En este sentido, la filosofía sartreana puede ser un motor para la construcción de una ciudadanía activa y consciente, capaz de forjar un cambio significativo.